miércoles, 31 de octubre de 2007

Fue la clerigalla islámica

Ahora ya se puede decir con propiedad: fue la clerigalla islámica.

Una banda de fascistas, que ven en la fe musulmana lo que Hitler veía en Alemania, fue la autora del asesinato en masa de 192 conciudadanos nuestros en la terrible mañana del 11 de marzo de 2004. Españoles, rumanos, búlgaros, marroquíes, ucranianos, polacos. Nuestra gente. Los nuestros.

Existen incontables excusas en las que la clerigalla islámica se ampara para cometer sus atrocidades. Algunas de ellas son ciertas. Otras, incluso injusticias que claman al cielo. Pero esa no es una factura a nombre de los trabajadores y estudiantes de Madrid o, para el caso, de Bagdad. En realidad, no les importa. No les importa en absoluto. Temen el día en que pudieran quedarse sin esas excusas. Porque no desean la paz, la libertad y la justicia para su pueblo. Desean la guerra, la tiranía y la opresión clerical para todos los pueblos del mundo. Y especialmente para el suyo. Son como la peor memoria de nuestra clerigalla local, la de la Santa Inquisición y los Cien Mil Hijos de San Luis.

Son el enemigo. El enemigo de todos. De José y de Yusuf, de María y de Zoraida, de John y Tatiana. De ti y de mi.

No debemos darles ni una sola oportunidad. Hay que sacarlos de sus escondrijos y ponerles cara a cara con jueces democráticos. Hay que socavar su influencia social. Hay que cerrar el paso a la irracionalidad, y favorecer el de la racionalidad. Aquí y, sobre todo, allí. No con guerras estúpidas que sólo empeoran el problema, ni con declaraciones altisonantes, sino a la manera difícil pero eficaz: mojándose en el aquí y el ahora de nuestra realidad y también de la suya.

La clerigalla islámica no es la solución para nadie, sino una peste. Una peste que nos arrebató a 192 de los nuestros, y lleva muchos años arrebatando a cientos de miles de los suyos.

Maldigo a esta clerigalla que mató a 192 de los nuestros creyendo quizás hacer una justicia perversa. No la hicieron. Sólo cometieron otra injusticia más en su larga retahíla de crímenes.

Y digo que les vamos a ganar. Y que un día nos veremos libres de ellos, y serán sólo una sombra de la Historia como ahora son los Autos de Fe o el asesinato de Miguel Servet o Giordano Bruno.

Es la lucha de la razón contra las tinieblas. Hemos ganado todas las batallas de esa guerra, y vamos a seguir ganándolas hasta el final.

Y conseguiremos un mundo donde no hay cabida para esos espantajos.

domingo, 14 de octubre de 2007

Los inmigrantes de Aznar

Me saca la sonrisa cínica ver ahora a los filibusteros del Partido Peligroso hacerse cruces de la inmigración y sus problemas. Lo malo que tiene existir –o gobernar, cuando gobernaban– de cara a la cámara y a la estadística electoral es que te deja a calzón bajado en cuanto alguien se molesta en mirar los datos duros y fríos.

Vamos a ver, aquí hay una cosa clara, números en la mano: la inmensa mayoría de la inmigración presente hoy por hoy en España entró con Aznar. Para ser exactos, tres y medio de los cuatro millones y medio de inmigrantes que hay en nuestro país. El último año de gobierno de Felipe González había empadronados en España 550.000 extranjeros, la mitad de ellos comunitarios. Y el último año de Aznar, había empadronados 3.730.610, es decir, tres millones y pico más; sólo un 12% eran comunitarios. Este año, curiosamente, hemos vivido el primer descenso en el número de inmigrantes extracomunitarios de toda la historia de la inmigración contemporánea en España. Sí, sí, con el gobierno de Zapatero, ese que nos iba a rendir ante la invasión.

Por tanto, quien en España quiera echar culpas sobre la inmigración, ya sabe adónde tiene que señalar: al empleado de Murdoch y de los especuladores que arruinaron a los accionistas de Terra, al mentiroso mayor del 11-M y al señor de los hilillos. En realidad nunca fue su intención evitarlo, sino más bien todo lo contrario. El neoliberalismo, para funcionar, necesita unas cuantas trampas de singular envergadura. Una de ellas es la necesidad de que haya siempre una reserva de parados en estado de desesperación, para presionar los salarios a la baja. Saben que siempre, en algún lugar del mundo, habrá unos cuantos millones de desgraciados disponibles para hacer dumping social y laboral. Ya se encargan ellos.

Y el modelo económico aznarista (el de la especulación inmobiliaria y el geriátrico de Europa) necesitaba enormes cantidades de esa mano de obra barata para sus parientes y socios, los patronos del ladrillo y del chiringuito, llámese playa, urbe o golf. Por no hablar del puterío. A Aznar y compañía no se le metieron tres millones de inmigrantes. Aznar y compañía dejaron pasar a tres millones de inmigrantes, y luego pretendieron mantenerlos en un limbo legal donde siguieran siendo fáciles de explotar y, en caso necesario, reprimir. Ya se sabe que para ellos, eso de los derechos ciudadanos, sociales y laborales es materia comunista e indeseable, y como todavía no se los pueden quitar a los de aquí (no del todo), ni de coña se los querían otorgar a los de allá. ¿Estropear el chollo? ¡Amos, anda!

El resultado era peligrosísimo: una masa sin apenas integrar, de número y configuración desconocidos, reventando a la baja el mercado laboral y social español: exactamente lo que se pretendía. Ahora costará muchos años rehacer lo destrozado, pero el primer paso se ha dado: la regularización.

Discutiremos más adelante, porque lo discutiremos, si toda esta gente hacía falta, si hacen falta más o menos y cómo fue el método para hacer que entraran en España. Lo evidente es que, metidos de mala manera y con nocturnidad y alevosía, constituía una ofensa económica, una lacra social y una inmundicia moral mantenerlos sin papeles. Pero, ¿de qué sorprenderse? Esta es la manera de hacer las cosas de los chicos de Aznar y Rouco Varela, para quienes lo importante, en el fondo, en el fondo, no es si eres marica, sino si se te nota o no; o sea, ir a la suya, cerrar los ojos ante la realidad y encarcelar sus consecuencias.

Mirando para otro lado (Antisemitas II)

Tras una temporada ausente por motivos profesionales, vuelvo a la carga. Y lo voy a hacer abundando en el tema de mi post anterior, con un pequeño homenaje a esos "antisemitas" (según los portavoces mediáticos del Partido Peligroso) que sacaban a los judíos perseguidos de Europa con las armas en la mano: